A comienzos de los años 70, John McLaughlin decidió que el jazz necesitaba algo más que improvisaciones suaves y solos predecibles. Así nació Mahavishnu Orchestra, una banda capaz de hacer que cualquier concierto pareciera una tormenta eléctrica en directo. Con McLaughlin en la guitarra, Billy Cobham en la batería, Jan Hammer en los teclados, Jerry Goodman en el violín y Rick Laird en el bajo, la música de la banda combinaba rock, jazz y ritmos indios con una intensidad que dejaba al público boquiabierto.
El nombre “Mahavishnu” no era casual. McLaughlin, influenciado por el hinduismo y su maestro espiritual Sri Chinmoy, quería que la banda reflejara su lado místico. De hecho, en las primeras giras no era raro que los músicos empezaran el día meditando antes de subir al escenario. Esta espiritualidad se sentía en cada acorde, como si cada pieza buscara algo más allá de la música.
Uno de los mayores golpes de originalidad llegó de la mano de Jerry Goodman y su violín eléctrico, un instrumento poco común en el jazz. Su estilo agresivo y melódico se convirtió en un sello distintivo de la banda. Y hablando de conciertos, los relatos de aquella época son legendarios: la complejidad de las piezas a veces hacía que los músicos olvidaran partes enteras, improvisando sobre la marcha. Billy Cobham, por ejemplo, solía romper varias baquetas por concierto, dejando claro que tocar en Mahavishnu Orchestra era una experiencia física y mental.
Sus discos también marcaron historia. The Inner Mounting Flame (1971) fue grabado en pocas semanas, pero suena como el resultado de años de ensayo. Birds of Fire (1973) llevó todo a otro nivel con temas de más de trece minutos llenos de riffs eléctricos, ritmos imposibles y solos que parecían desafiar la gravedad. Cada concierto era impredecible, porque la banda era un laboratorio musical donde cada miembro aportaba su virtuosismo: McLaughlin con sus escalas indias, Hammer con texturas electrónicas, Cobham con baterías explosivas y Goodman llevando el violín a terrenos insólitos.
Aunque la banda original duró solo unos años, su influencia sigue siendo enorme. Muchas bandas de jazz fusión posteriores intentaron seguir sus pasos, pero pocas alcanzaron su intensidad. Hoy, escuchar Mahavishnu Orchestra es como lanzarse a un huracán musical: vertiginoso, brillante y casi espiritual. Su legado vive en cada músico que se atreve a romper los límites de lo posible.



