lunes, 8 diciembre, 2025

La Academia Hispana

Allí en esa Academia que estaba en el barrio, después se llamó Colegio Hispano, fue dónde estudié hasta Ingreso. En aquellos años, se hacía el examen de Ingreso; un examen que se hacía escrito, con un montón de preguntas de todas las asignaturas, que habíamos estudiado hasta entonces. Había hasta que hacer un dibujo artístico, a mí me tocó dibujar la cabeza de un caballo, que por cierto me salió fatal.

En el colegio Hispano fue donde me enseñaron a leer, y a hacer “las primeras cuentas”. Fue la Srta. Engracia, y me enseñó a leer en las cartillas Amiguitos, y también me enseñó a sumar y restar, sacando y metiendo botones, de distintos tamaños y colores, en cajas de zapatos. Siempre iba vestida con trajes de colores chillones, peinada con mucha laca, el pelo parecía cartón o alambre, y los labios muy pintados. Y una bata blanca, en uno de los bolsillos, tizas, en el otro, pastillas de plátano, o con forma de plátano, que te ganabas alguna cuando hacías las cosas bien. A veces incluso tenías que despegarle alguna hebra de hilo, o pelusilla de la del fondo del bolsillo… Gracias señorita, que Dios se lo pague. Y la guardabas para la salida del cole, para ir chupándola, calle pá bajo, hasta llegar a casa.

Después el cambio fue brutal. Pasamos a la clase de la señorita Marianela. Era alta, con una voz autoritaria, pero suave, envolvente. Olía a una colonia, un perfume muy característico, que tiempo después supe que se llamaba Myrurgia 1916, porque la usaba una tía mía. Comenzábamos cada día, con “cuentas” que ponía en la pizarra; había que poner en la hoja del cuaderno la fecha, día, mes y año, y luego Matemáticas. A continuación, escribíamos “Efectuar”, y luego las operaciones a realizar. Otras veces, escribíamos “Coloca y efectúa”, porque “las cuentas”, estaban “seguidas” y había que “colocar” unas cantidades con otras de forma debida. Luego un dictado, una copia de la pizarra, y a repetir diez veces cada falta. Recreo, lecturas de la enciclopedia Álvarez, momento de silencio y reflexión, dibujo, canto (si canto), y pá casa. Y hasta la tarde.

Mi siguiente maestro, fue Don Laurentino. Era igualito a Dany de Vito, pero con mucha más mala leche. Sólo le conocí un traje. Chaqueta y pantalón negros, brillantes del uso. Camisa blanca, de puños desgastados. Con él, ya supimos más. Decimales, copias más largas, y preguntas “de memoria” sobre Catecismo, Historia Sagrada, y de Formación del Espíritu Nacional. Nos revisaba los cuadernos y nos firmaba en ellos, para que nuestros padres también los firmaran. Olía a brillantina Bergamont, una que venía en botes verdes, creo recordar, y a regaliz y tabaco. Fumaba Águilas rojo; al que acababa rápido las cuentas, le entregaba media peseta, y le decía: Llégate dónde Oliva, y tráeme Águilas, caja roja ¿eh?

Tenía sobre su mesa a Dª Laura y Dª Rita. Dos reglas de madera, con sus nombres grabados a fuego con el pirograbador de la época, o sea una lupa y buen sol. Según la trastada que hicieras, o a veces sin hacerla, con el cigarro en la boca, se acercaba a la ventana, haciendo un gesto rápido con el cuello, tiraba la ceniza por la ventana, se volvía y sentenciaba: Sr. López, o Hernández, o Martín, (según tocara o le apeteciera), tráigame a Dª Laura (o a Dª Rita), y tú llegabas, encogido, con la regla en la mano, y continuaba: Ponga la mano, y tas, tas, tas.. reglazo va, reglazo viene. Mano colorada, ojos rojos, lágrimas contenidas y…. a tu sitio.

Cuando salíamos para casa, a mediodía a comer, porque volvíamos por la tarde de nuevo a clase, alguno de los amigos se te acercaba, te ponía el brazo por encima y te decía: ¡Qué huevos le pusiste!. Ni lloraste, ni nada. Y por la calle pá bajo, te acordabas de las pastillas de plátano y se te hacía la boca agua.

Ricardo Martín
Ricardo Martín
Docente jubilado. Curioseante.

2 COMENTARIOS

  1. De la Academia Hispana conozco como alumnado de esa época, a Pepe Solórzano que luego trabajé con él como maestros ambos, a mi cuñada Neli y a mi mujer que aún recuerda a la señorita Engracia con buen recuerdo y al resto de maestras y maestro además a un maestro Antonio Alfaro… y la maestra de inglés que se pintaba los labios por fuera ,… es lo que hay . Recuerdos
    Un abrazo amigo

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Información básica de protección de datos

Responsable: Moisés Castilla Melián.

Finalidad: publicar su comentario, sugerencia o valoración. 

Derechos: puede ejercitar su derecho de acceso, rectificación, supresión y otros, tal como aparece en la información ampliada que puede conocer visitando nuestra política de privacidad. https://pagina13.es/politica-de-privacidad/

Compártelo:

spot_imgspot_img
spot_imgspot_img

Popular

Otras noticias
Página 13

La Librea de Valle de Guerra, una seña de identidad

La Representación de la Librea de Valle de Guerra...

El cura gomero que llevó la semilla de la libertad a la Constitución de 1812

Antonio Ruiz de Padrón (1757-1823), sacerdote de San Sebastián...

Gara y Jonay, la leyenda que nunca fue

Una de las leyendas más extendidas en Canarias es...

Jairo Paule y Eva Ortega imponen su ley en una IV Nocturna El Rosario de récord

El pasado sábado 29 de noviembre, el municipio de...