Pocas anécdotas del mundo del arte son tan conocidas como la de Vincent van Gogh cortándose una oreja. Se ha contado tantas veces que parece una leyenda urbana: el pintor atormentado, en un ataque de locura, se mutila y entrega el pedazo de oreja a una mujer. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Y cuál fue la verdadera razón detrás de ese episodio?
Durante años, la historia más aceptada fue la de que Van Gogh, sumido en una crisis mental en diciembre de 1888, se cortó la oreja izquierda con una navaja en su casa de Arlés (Francia). Después, habría envuelto el pedazo en papel y lo entregó a una joven que trabajaba en un burdel cercano.
Esta versión encajaba perfectamente con la imagen del artista torturado y excéntrico que el tiempo construyó alrededor de Van Gogh.
En 2009, dos investigadores alemanes, Hans Kaufmann y Rita Wildegans, publicaron un libro que cuestionaba la historia oficial. Según ellos, la oreja no fue cortada por Van Gogh, sino por su amigo y compañero de piso en Arlés: Paul Gauguin.
Ambos artistas mantenían una relación intensa y conflictiva. Una discusión acalorada pudo terminar con Gauguin blandiendo su espada de esgrima e hiriendo a Van Gogh. El pintor neerlandés, por lealtad, nunca habría revelado la verdad y asumió la responsabilidad.
Más allá de quién empuñó el arma, lo cierto es que Van Gogh atravesaba serios problemas psicológicos. Sufría crisis de ansiedad, episodios de depresión y posiblemente epilepsia. Aquella mutilación, ya fuese autoinfligida o accidental en una pelea, fue el reflejo de un hombre al límite, atrapado entre el genio creativo y la enfermedad.
Otra curiosidad: en 2016, el Museo Van Gogh de Ámsterdam exhibió una carta con un croquis del propio pintor, donde detallaba con precisión la gravedad de la herida. Contrario a lo que se pensaba, no perdió solo un trozo, sino casi toda la oreja.
El misterio incluso llega al destino de aquella oreja: según algunos relatos, terminó en manos de una joven llamada Gabrielle, empleada de un burdel. Otros creen que nunca salió de la casa del pintor.
Hoy, el episodio de la oreja forma parte inseparable del mito Van Gogh. No importa si fue un gesto desesperado, un accidente en una pelea o una muestra de devoción silenciosa hacia su amigo Gauguin. Lo que sí está claro es que aquel corte se convirtió en símbolo de un artista que llevó su vida y su cuerpo al límite en nombre del arte.
Así, detrás de cada pincelada de Van Gogh no solo está el color y la belleza, sino también el eco de una vida marcada por la fragilidad y el misterio.