En 1988, el Festival de Sanremo fue testigo de una interpretación que rompió corazones y consagró a Massimo Ranieri como un eterno trovador del amor perdido. «Perdere l’amore» no solo le devolvió la gloria tras años alejado del foco musical, sino que también se convirtió en una balada universal sobre el abandono, la esperanza y la dignidad ante la derrota sentimental.
Después de más de una década centrado en el teatro y la actuación, Ranieri regresó al mundo de la música por la puerta grande. En 1988, con «Perdere l’amore», se alzó como ganador absoluto de Sanremo, devolviendo la emoción más pura al festival italiano.
Curiosamente, la canción había sido rechazada el año anterior cuando fue presentada por Gianni Nazzaro. Fue el carisma, la voz rota y la presencia escénica de Ranieri lo que convirtió esa letra en una catarsis compartida. La canción hablaba de un amor perdido, pero también del orgullo de haber amado sin reservas.
«Perdere l’amore» es un himno al desgarro. La letra no pide consuelo, no busca culpables. Habla desde el orgullo y la humillación, desde esa sensación de injusticia que deja una ruptura no deseada. El amor se pierde, sí, pero también se celebra lo vivido. Ranieri lo canta como quien acepta una sentencia sin apelación.
«Perdere l’amore quando si fa sera / quando tra i capelli un po’ d’argento li colora»
(«Perder el amor cuando cae la tarde / cuando un poco de plata empieza a teñir el cabello»)
La canción ha sido versionada por artistas de renombre, como Lara Fabian o Il Volo, y ha sido traducida a varios idiomas. Su vigencia continúa en festivales, televisión y listas de reproducción nostálgicas. En 2022, Ranieri volvió a Sanremo para cantarla a dúo con Tiziano Ferro, demostrando que aún emociona como el primer día.
Además de cantante, Ranieri es uno de los actores más respetados de Italia, con una carrera teatral impresionante. «Perdere l’amore» no solo representa un momento estelar de su carrera musical, sino también la fusión perfecta entre el intérprete teatral y el cantante pasional.
«Perdere l’amore» no es solo una canción sobre la pérdida: es un recordatorio de que amar, incluso cuando termina en derrota, sigue siendo un privilegio. Massimo Ranieri no canta para evitar el dolor, sino para hacerlo arte. Y eso lo hace eterno.