John Michael “Ozzy” Osbourne, figura icónica del heavy metal y legendario vocalista de Black Sabbath, ha fallecido esta mañana a los 76 años, según confirmó su familia en un comunicado: “estuvo rodeado de amor” y piden respeto por su intimidad.
Nacido en Birmingham en 1948, Osbourne fue pieza esencial de Black Sabbath, banda pionera del género, responsable de himnos como Paranoid, Iron Man y War Pigs. Con ellos vendió más de 75 millones de discos y fue incluido en el Salón de la Fama del Rock & Roll en 2006. Tras su etapa en la formación, Ozzy desarrolló una exitosa carrera en solitario, destacando con Crazy Train y Flying High Again, fundó el festival Ozzfest y alcanzó la fama en televisión gracias al reality The Osbournes.
Hace apenas tres semanas, el 5 de julio, protagonizó un emotivo concierto de despedida titulado “Back to the Beginning” en Villa Park (Birmingham), interpretado sentado en un trono debido a los efectos del párkinson, enfermedad que sufría desde 2020. Durante esa actuación, se reunió con Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, en lo que fue la última vez que la formación original de Black Sabbath tocó junta.
Ozzy Osbourne fue mucho más que un cantante: su irreverencia le llevó a morder la cabeza de un murciélago en pleno escenario, desafiar excesos y convertirse en un símbolo cultural del rock. En sus últimos años, reinventado y vulnerable, logró reconectar con millones de seguidores.
La noticia ha desatado una avalancha de homenajes. Desde Elton John—quien lo definió como “un verdadero legendario”—hasta bandas como Nirvana, Rolling Stones o Pantera, su legado ha sido ensalzado con profundas palabras de gratitud.
Ozzy Osbourne deja una huella imborrable en la historia de la música contemporánea. Pionero, provocador y auténtico, su voz temblorosa pero inconfundible marcó el nacimiento del heavy metal y resonará por siempre en millones de altavoces.