miércoles, 15 octubre, 2025

Aquella entrevista a Alicia Navarro en TVEC

Era notoria, en los 70, mi popularidad por las crónicas deportivas en La Tarde y por la sección que me había inventado, Leolandia -Leo es mi signo del zodíaco-. Pero realmente donde me di a conocer, en poco más de una hora, y esto es curioso, ante el público del Archipiélago, fue en la Televisión Española en blanco y negro, que emitía desde la santacrucera calle de La Marina, en un programa dirigido por Mariano Martín, que se llamaba Ayer y Hoy. Se trataba de recordar acontecimientos del pasado, trayendo al estudio a sus protagonistas. A los que quedaban.

Y alguien me sopló que se encontraba pasando unos días en Tenerife Alicia Navarro Cambronero. Alicia, una mujer impresionante, tenía ya sesenta años y conservaba un tipo espléndido; era una diosa. La llamé y le propuse una entrevista en televisión, pero a ella no pareció hacerle mucha gracia. Había sido Miss España y Miss Europa en 1935. Este último título lo consiguió en el balneario británico de Torquay, en un acto multitudinario presentado por el actor de moda entonces, Ralph Lynn. Esta mujer fue la sensación de todo el continente europeo y ocupó páginas y más páginas de las más famosas revistas ilustradas de Europa.

Alguien pudo animarla a que acudiera al plató, porque unos días después me llamó y me dijo que aceptaba la entrevista. Monté el programa y ella me dio algunos detalles de su vida: que había estado muy enamorada de un conocido empresario tinerfeño llamado Alfonso Santaella, que había renunciado a ser actriz, que un jefe tribal marroquí se enamoró de ella tras el concurso de Miss Europa, y le regaló un anillo de brillantes y una jaca preciosa y le había propuesto matrimonio, que se había casado y divorciado de un abogado palmero muy guapo que le dio dos hijos -Manolito y Alicia-, y que cuando viajó a Suiza a vender sus joyas para poder subsistir, el joyero griego que se las compró se enamoró de ella y ambos se casaron. Era su marido de entonces, Thales Papadopoulos.

Aquel relato, expuesto en la tele, hizo vibrar a una audiencia que más de treinta años atrás se había emocionado con las crónicas radiofónicas y con las revistas ilustradas, escuchando y leyendo el logro de una joven tinerfeña de 20 años en Inglaterra. Había sido Miss Casino y Miss Tenerife, antes de acceder a sus otros títulos. La gente, sobre todo cuando me disponía a despedir la entrevista, comenzó a llamar a Televisión Española para que no cortara la conversación. Y, entonces, ocurrió algo curioso.

Desde el control del estudio, tras el cristal, tanto Mariano Martín como el director de TVE en Canarias, a la sazón Eduardo Autrán Arias-Salgado, hacían aspavientos, que yo interpreté como que había terminado mi tiempo. No había pinganillo, todo se indicaba a través de gestos. Mas ante la avalancha de llamadas, ellos pretendían que exprimiera la conversación con Alicia Navarro. Pero la corté. Fue cuando se produjo, yo creo que, por primera vez en la historia de la televisión en España, algo curioso. Avisaron a la audiencia, con un cartel improvisado, de que la entrevista continuaría. Nos volvimos a sentar Alicia y yo en el plató y seguimos la conversación como si tal cosa.

Alicia me contó que fue invitada a tomar el té en Buckingham Palace con la Reina madre de Inglaterra, supongo que con la madre o quizá la abuela de la actual; que había conocido a ALFONSO XIII en París durante su exilio -el rey español falleció en un hotel de Roma, cercano a la Via Veneto-, y que durante un cóctel en el que coincidieron ambos en la capital francesa, él la había besado en la frente; y también que regresó a Tenerife por amor, aunque nunca se casó con Alfonso Santaella, tras mantener con él una atormentada relación de pasión y de celos.

Cuando terminó definitivamente la interviú, los teléfonos de Televisión Española echaban humo. Alicia, durante la emisión, me abrazó, me besó y dijo que yo le recordaba mucho a su hijo. Yo, que tenía entonces 23 o 24 años, me desprendí de una cadena con una medalla de la Virgen de Candelaria, que siempre llevaba al cuello en mi época de creyente, y se la coloqué a la diva. Comenzó a llorar y con ella miles de espectadores de la única cadena de televisión disponible para el público canario. El día 6 de octubre de 2017 publiqué el contenido de aquella conversación en el periódico Diario de Avisos. Pude rescatarla.

Un gran amigo de Alicia Navarro, el propietario palmero Cayetano Felipe, que hoy tiene dedicado a su memoria un museo con su legado en la casa lagunera en la que vivió, y su hija, nos invitaron a cenar a su mansión, después del programa. Para qué fue aquello. Nuestra Miss Europa se asomó a una de las ventanas y fue aclamada por una multitud. No me pregunten cómo se enteró la gente de que ella estaba allí. Yo la había trasladado a la casa de don Cayetano en mi coche, un aparente Rover 2000 comprado a plazos de 3.000 pesetas al mes a un tío mío, el campeón de España de atletismo Alfonso Pérez, y que daba el pego. La mayoría de esos plazos no se los pagué. Lo cierto, es que Alicia me pidió que al día siguiente la acompañara, porque tenía que hacer unas compras, a la calle del Castillo. Y para qué fue aquello.

Si, tras ganar el cetro europeo de la belleza en Torquay, una multitud le esperaba en el muelle de Santa Cruz, encabezada por sus mejores amigos, su familia y por el alcalde de la ciudad, entre otras autoridades de la isla, casi cuarenta años después -o sin casi- la gente la asaltaba por la calle en busca de un autógrafo o de una frase amable. No podíamos avanzar hacia las tiendas. Era una tarea imposible.

Las fechas de estos acontecimientos y de aquel programa no las recuerdo, pero tengamos en cuenta algunos datos. Tuvo que ocurrir todo entre el 70 y el 72.

Televisión Española en Canarias (TVEC) inauguró sus emisiones en 1964 desde la Casa del Marino, en Las Palmas. Y transmitió para toda España, en 1971, el Festival Internacional de la Canción del Atlántico, a través del viejo -entonces modernísimo-satélite IN-TELSAT IV. La última edición del certamen musical, la del 71, fue presentada por Raúl Matas e Isabel Bauzá. Yo era el secretario de ese jurado, de cuya decisión dio fe el notario don José Peña Llorente.

En 1982 se inauguró la segunda cadena, con motivo del Mundial de Fútbol en España, y se incorporó el color en las emisiones para las islas. Luego la entrevista con Alicia Navarro, en “riguroso» blanco y negro, tuvo que ser emitida en 1971 o 1972, como he dicho desde los estudios de la calle de La Marina de Santa Cruz. Recuerdo que yo trabajaba también en el vespertino La Tarde y que formé parte de la redacción de ese periódico entre 1970 y 1976, año en el que acepté una oferta del Diario de Avisos. Pero seguía en TVEC.

En los años sucesivos, Alicia me escribía desde donde estuviera, casi siempre desde París, donde vivió con su marido griego. Una vez se la encontraron Noelia Afonso, que había sido Miss Europa en Grecia, en 1970, y su marido, Santiago Puig, saliendo Alicia con su esposo de un restaurante de la capital francesa. Fueron presentadas y Noelia me ha contado que para ambas fue aquel un momento muy emocionante.

Volviendo al famoso programa de televisión, recuerdo la bronca que me montaron Mariano Martín y Eduardo Autrán cuando corté la entrevista, creyendo que ellos me estaban haciendo señas para hacerlo. «iEstás loco!», me decían, «¿pero no veías que te hacíamos señales para que continuaras?». Yo les respondí que había entendido todo lo contrario, como cuando me advertían, en otros programas, que teníamos que terminar. En los tiempos heroicos de la televisión las cosas se hacían así, a pelo.

Desde aquel momento me convertí en el niño bonito de los dos: lo mismo retransmitía con José Antonio Pardellas un desfile de car naval, que hacía de comentarista con Pascual Calabuig en un encuentro de fútbol, que sustituía en el Telecanarias, en la información deportiva, a Paco Álvarez Galván, que ya se había dedicado al mundo del espectáculo organizando festivales e interpretando monólogos -entre otros, Esperando a Godot, de Samuel Beckett-. Los bordaba.

La entrevista con Alicia Navarro marcó un antes y un después en mi estancia en Televisión Española en Canarias, en cuya cadena nunca fui personal fijo porque no quise. Eduardo Autrán me firmó un carné como redactor y el magistrado de Trabajo de Tenerife, Alfredo Pedreira y Gómez Zamalloa, al que consulté al respecto, me dijo: “Ese carné es como un contrato». Pero no me quise encasillar en la tele, este es un mundo que me gustaba mucho menos que el periodismo escrito. Estoy convencido de que lo habría hecho bien: la cámara me quería, como se suele decir. Hoy la cámara no me quiere nada.

Alicia Navarro Cambronero, que había nacido en Tenerife en 1915, murió en París en 1995.Aquella fue una mala noticia para mí. Con ella desapareció una diosa, una mujer con un físico espectacular, acostumbrada al éxito, al agasajo y a la buena vida, aunque también tuvo que sufrir en ocasiones algunas penurias. Una mujer que siempre quiso ser independiente; una mujer que recibía con agrado un ramo de flores y a la que le gustaba que sus paisanos reconocieran sus éxitos en el mundo de la moda y de la belleza, y que paseó como ninguna otra celebridad de su época el nombre de las islas por el mundo.

Fue imagen para Ford y para distintas casas comerciales establecidas en Canarias, intervino en pases de moda en toda Europa. El actor Ralph Lynn le hizo proposiciones durante el concurso de Miss Europa en el balneario de Torquay y se convirtió en su principal apoyo. Era una mujer que cautivaba por su belleza, por su simpatía y, sobre todo, por su elegancia.

Creo que he contado con detalle lo que sucedió aquella noche en Televisión Española en Canarias, en un modesto estudio de la calle de La Marina de Santa Cruz, en el mismo edificio que hoy ocupa -y también ocupaba entonces- Radio Nacional de España en Canarias. Allí pasé días muy interesantes profesionalmente, conocí a mucha gente y di mis primeros pasos en un medio en el que, sin embargo, no me sentía cómodo. Yo lo que quería era escribir.

Andrés Chaves
Andrés Chaveshttps://elburgado.com/
Periodista por la EOP de la Universidad de La Laguna, licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, ex vicepresidente de la FAPE, fundador de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna y su primer profesor y profesor honorífico de la Complutense. Es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la National Geographic Society.

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